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martes, 20 de enero de 2015

1 ENTRE 1 MILLÓN


     “Cuando juego mis sentimientos son los mismos que cuando estoy soñando”. Es una de las frases más hermosas que le he leído a un deportista. Esta frase es la elegida por la página oficial del Real Madrid para ilustrar la ficha de Luka Doncic, el muchacho con mejor porvenir del baloncesto europeo. Doncic tiene todavía 15 años, no es ni siquiera insultantemente joven, simplemente es un niño. Un niño que juega al basket como los ángeles. Desde su 1.98 domina todos los departamentos del juego. Es un base-escolta que actúa de 1, de 2, de 3, de 4 y de 5. Un chaval que firma tarjetas estadísticas de otro tiempo, pero que además al verle jugar te das cuenta de que los números es  lo de menos. Posee una enorme capacidad para mandar, para convencer al propio partido de que se va a jugar como a él le dé la gana. Lo poco que le he visto jugar en directo me ha conquistado. Sus vídeos me han enamorado. Y lo que me cuentan aquellos que lo conocen de verdad me ha terminado de convencer de que Luka Doncic luce ya en sus manos la matrícula del éxito. Si nada se tuerce, este muchacho marcará una época en el baloncesto mundial.
     
     Luka nació en Ljubljana hace casi 16 años. Es hijo de jugador. Su padre, Sasa, fue profesional del baloncesto hasta los 36 años, habitual en partidos de Copa de Europa e internacional con la selección de su país. “El sueño de mi hijo y de toda la familia era jugar en el Real Madrid”. Ese sueño se hizo realidad en septiembre de 2012. El club blanco se quedó prendado de la perla centroeuropea (más atinado que balcánica, ya que Eslovenia apenas abraza estas famosas montañas en una mínima parte de la zona sur) en un torneo celebrado en Roma. El niño (tenía sólo 12 años) se salió y tras una dura negociación, Olimpia de Ljubljana permitió que la familia Doncic pudiera cumplir su sueño. Luka firmó un contrato por 5 temporadas que expira en 2017. El tiempo pasa rápido, el niño se está convirtiendo en un adolescente, vive en la residencia de Valdebebas y recibe cada mes la visita de sus padres, que residen en Eslovenia. Doncic no pierde ni una sola ocasión para reivindicarse, para ofrecer funciones antológicas, para demostrar al mundo y a sí mismo que ha nacido para jugar a este maravilloso deporte llamado baloncesto.

 
Vídeo de Basket Cantera TV

     Luka siempre ha ido rápido, incapaz de frenar su talento y su ambición. Sus educadores siempre han ido despacio, conscientes de tener un diamante entre sus manos pero convencidos de modelarlo con prudencia y paciencia. José Luis Pichel y Paco Redondo (su actual entrenador en el equipo EBA), son figuras decisivas en la formación del jugador esloveno. Luka es un cadete que juega con los juveniles, como antes fue un infantil que jugaba con los cadetes. Siempre adelantado, siempre marcando las diferencias entre muchachos mayores que él. A la hora de escribir estas líneas, firma en el Real Madrid EBA una media de 15 puntos, 6 rebotes, 3’3 asistencias y 20 de valoración en 29 minutos. En el reciente torneo de L’Hospitalet, en el que el Madrid derrotó al Barcelona en la final por 87 a 55, Doncic disparó los elogios de todos los presentes. 17 puntos, 5 rebotes y 5 asistencias en el partido definitivo, 13 tantos, 13 capturas y 4 recuperaciones en la semifinal contra el Olimpia o 17 puntos, 5 rebotes y 29 de valoración en cuartos frente al Galatasaray. Insisto, siempre con y contra jugadores mayores que él. Unos días antes había debutado con la Eslovenia sub 16 firmando 46, 48 y 51 de valoración en sendos choques. Un extraterrestre. Un genio.

     ¿Y ahora qué? Esa es la gran pregunta, la madre del cordero. ¿Está ya preparado para disputar minutos de calidad en la ACB? ¿Está listo para vestir la camiseta del primer equipo del Real Madrid? Como casi siempre, los educadores piden prudencia mientras los aficionados y periodistas reclaman inmediatez. Luka, que ya hizo el pasado verano la pretemporada a las órdenes de Pablo Laso, rubricó hace unos años un acuerdo en el que se compromete a jugar con la selección eslovena hasta los 18 años. La FEB va a ir a por él y cuando llegue ese momento él y su familia decidirán. Para entonces ya debería de haber debutado en la Liga ACB, una competición que le está esperando con los brazos abiertos. El basket necesita alegrías, entusiasmo, novedades, perlas, genios. Apoyo a los entrenadores de formación y educadores de cualquier club, de cualquier escuela, de cualquier colegio. Los idolatro incluso con entusiasmo y envidia sana. Pero no puedo dejar de preguntarme qué estaría ocurriendo, por ejemplo, si Luka Doncic hubiera caído en el Joventut y con Aíto García Reneses como entrenador. ¿Son demasiado conservadores? ¿Somos los demás demasiado irresponsables? Me parece un debate fascinante y os invito a todos a alimentarlo en este post o en las redes sociales.





     Parece claro que sólo es cuestión de tiempo. Que este muchacho es un elegido, uno de esos pocos que al nacer es acariciado por la varita del talento. 1 entre 1 millón. Mucho se tiene que torcer la senda para que no la “reviente” en España, en Europa y después en la NBA. Mientras tanto, Luka se levanta cada día a las 6.45 para poder compaginar en su apretada agenda baloncesto, estudios, descanso y ligeras dosis de ocio. Guardo con mucho romanticismo y mucho más cariño el acta de la final de la Minicopa 2013 (imagen adjunta en el artículo), en la que Doncic anotó 25 puntos, capturó 16 rechaces, dio 3 asistencias, y recuperó 5 balones. Sí, también perdió 8 posesiones, una muestra de su imparable necesidad de acaparar protagonismo. Levantó el título con 14 años recién cumplidos y 33 de valoración. El futuro es suyo, el rabioso presente comienza a solicitar con urgencia las genialidades de esta perla eslovena. El periodismo necesita compararle con Ricky, o quizás con Mirotic por representar una evolución muy similar, pero él está preparado para escribir su propia historia. Cuando juega, sueña. Seguro que en sus sueños también juega al baloncesto. Y cuando juegue en la élite conseguirá que todos los fanáticos del baloncesto soñemos despiertos. 



miércoles, 14 de enero de 2015

LOS ACABADOS


     Hay una cosa que agita los demonios que llevo dentro: es que la gente entierre a los deportistas por su DNI. Será porque en España nos cansamos pronto de ver las mismas caras, o tal vez porque tenemos la imperiosa necesidad de abrazarnos siempre a lo negativo, o puede que simplemente nos guste la “M” (de mierda) más que a un cochino. Pero la triste e injusta realidad es que aquí preparamos el ataúd para los deportistas cuando entran de lleno en la década de los 30.

     Por eso me reconforta asistir a grandes faenas de deportistas veteranos. Ese Pau Gasol (34 años) firmando 46 puntos + 18 rebotes en la NBA y liderando a una de las franquicias candidatas a  ganar el anillo, los Chicago Bulls. Ese Roger Federer (33 años), ganando su partido número 1000 en la élite y comenzando 2015 como terminó 2014, y como lleva haciendo los últimos 3 lustros, conquistando un torneo. Ese Francesco Totti (38 años), erigiéndose en el auténtico protagonista (“selfie” aparte) del caliente derbi romano de fútbol entre Roma y Lazio. Ese Carlos Soria (75 años), haciendo del alpinismo una forma de vida y de la superación un ejemplo para todos nosotros. Ese Julen Aguinagalde (32 años), capitaneando a la Selección Española de Balonmano que a partir de este viernes defiende entorchado mundial en Catar. Ese Steven Gerrard (34 años), capaz de echarse a la espalda la pesada mochila de su Liverpool en un campo de Tercera, para así seguir soñando con despedirse de su gran amor levantando al cielo la FA Cup.




     El baloncesto es un deporte en el que los treintañeros se reivindican y callan bocas casi a diario. Ese Felipe Reyes (34 años), monarca del basket español y hombre báscula, ahora mismo mejor anotador y reboteador en Liga y Copa de Europa de un Real Madrid con estrellas como Llull, Chacho, Rudy o Gustavo Ayón. Esos San Antonio Spurs con Duncan (38 años), Ginobili (37 años) y Tony Parker (32 años), actuales campeones de la NBA, y lo que es mucho más importante, dueños del mejor juego que se puede ver en una cancha de baloncesto. Esas Amaya Valdemoro y Elisa Aguilar, hasta hace poco lideresas de la España de basket femenino casi rozando los 40. O Laia Palau (35 años), que ha reconocido públicamente que le gustaría llegar hasta el Mundial que se celebra en nuestro país en el año 2018. O Sitapha Savané (36 años) y Tariq Kirqsay (35 años), mezclando con los imberbes del Joventut de Badalona para convertir a la Penya en el equipo revelación del curso. Por no hablar de Darryl Middleton, que acariciando los 50 ha seguido dando lecciones de clase y pundonor por las pistas del baloncesto nacional.

     Son sólo algunos ejemplos de deportistas ejemplares que dinamitan esa errada teoría de los viejos. Gente que ha salido de su propia tumba varias veces para lanzar el ataúd al cubo de basura más cercano. Leyendas que se cuidan al máximo y se entrenan como si no hubiera un mañana para seguir engordando esa leyenda. Ellos actúan mientras nosotros los sepultamos. Seguro que a ti, querido lector, se te ocurren más nombres, estaré encantado de que los compartas en los comentarios a este post. Y es que no sabemos vivir sin el blanco o negro, sin juicios extremistas, sin aseveraciones que se acerquen a la palabra de Dios. Por ejemplo, del chileno Alexis Sánchez se ha dicho que era un paquete y en la actualidad pelea por ser el mejor futbolista de la Premier. Una muestra más de que la mesura no está de moda en el otro deporte, el de la opinología. Respeto máximo a los “acabados”. Cada boca que tapan es una muesca de alegría en el revólver de los mitos.