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jueves, 29 de mayo de 2014

CARLES PUYOL: UNA MELENA PARA LA ETERNIDAD



     Si éste que escribe hubiera sido futbolista, me hubiera gustado parecerme a Carles Puyol. Manejo una razón por encima de cualquier otra, y es que tengo la convicción de que Puyol jamás ha negociado su esfuerzo, lo cual me parece una enseñanza para el deporte… y también para la vida. Siempre se ha dejado todo lo que tenía, bien con la camiseta del Barcelona, bien con el dorsal número 5 en la casaca de la Selección. Siempre. En la Final de una Champions o de un Mundial, pero también en un amistoso con España o en el último bolo asiático con su club. El mismo coraje que ha tenido para pelear sin tregua durante 2 largos años con la obsesión de volver a jugar al fútbol. La misma valentía que ha exhibido para gritarle al mundo que ya no tiene físico para el fútbol de élite. Puyol jamás ha engañado a nadie, tampoco en lo que seguramente sea el epílogo a una carrera admirable.

     Carles Puyol. Atrevido dentro de la cancha, tímido fuera del 105 x 70. Nunca regaló sonrisas a los periodistas y (casi) siempre renunció a los micrófonos, hasta el punto de convertir en habitual su desfile en cada zona mixta pegado a su teléfono móvil. Nunca sabremos si realmente estaba hablando con alguien, pero sí que los periodistas que lo conocen de verdad hablan de él como un tío de palabra. Hasta el punto de conceder entrevistas a medios muy pequeños en detrimento de trasatlánticos mediáticos a los que es muy difícil renunciar. “Hablo contigo porque te conozco y hay confianza y respeto, pero prefiero que la entrevista me la hagas tú y no tu jefe”, le confesó a algún camarada en más de una ocasión.


     Soy más de personas que de equipos o proyectos. Y en mi pequeño abanico de ídolos siempre estará un tipo como Carles Puyol. Celebré con pasión su cabezazo contra Alemania metido en un estudio de radio, con el ordenador abierto preparado para reservar un viaje imposible (¡lo hice!) a Johannesburgo. Inolvidable aquel cuero rematado por todos los españoles, pero ejecutado por la melena más auténtica del fútbol español. Hasta en eso Puyol demuestra ser un tipo de convicciones innegociables. Sus fotos de crío en la Masía con sus fotos de la despedida de hace unas semanas en el Camp Nou comparten ese peinado idéntico, alejado de modas y ligado para la eternidad con una valentía que es difícil encontrar en otro deportista de élite. Unas pelotas que  le han llevado a Puyol a partirse la cara, la nariz, la ceja y las rodillas por defender unos colores. Conmovedor, sin duda.

     Puyol es y será del FC Barcelona hasta la médula. Idolatrado por su hinchada, como no podía ser de otra forma. Pero respetado por la afición rival, incluida la del Real Madrid, el eterno enemigo. Nunca fue a hacer daño conscientemente a un contrario, tampoco se le recuerda una declaración fuera de lugar. Para la historia de los valores queda su reprimenda pública a Thiago y Alves por celebrar con un baile innecesario aquella severa goleada en Vallecas. Y también la orden a Piqué de desprenderse de un mechero que había sido lanzado desde la grada del Bernabéu en uno de esos derbis a cara de perro. Para los que amamos los códigos del fútbol por delante incluso del propio fútbol, conservaremos siempre en la retina el abrazo que Puyol le daba a Agustín Herrerín, delegado de campo del Real Madrid, cada vez que llegaba con su equipo al feudo del enconado rival. Respeto como etiqueta de cabecera.


     Es más que posible que jamás volvamos a ver a Puyol vestido de corto. No puede. Sus maltrechas rodillas le impiden incluso llevar una vida normal. Durante 15 largos años se ha vaciado, lo ha entregado todo, ya no le queda más gasolina en un depósito repleto de compromiso y de calidad. Porque sería injusto que no mencionáramos en este texto que el 5 del Barcelona y de España ha sido uno de los mejores defensores de la historia del fútbol. Inabordable para el delantero, adorable para el compañero. Centenario con España, algo sólo al alcance de los fuera de serie. Campeón de todo, campeón con todos. Títulos para regalar. Batallas inolvidables que ya ocupan un lugar de privilegio en los libros dorados de este bendito balompié. Gracias por todo, Puyol. Pronto cumpliré uno de mis grandes deseos: lucir con orgullo la camiseta de España con tu nombre y el dorsal 5. Ya eres una jodida leyenda. Una melena para la eternidad.

martes, 13 de mayo de 2014

LA FINAL FOUR (de la A a la Z)



A.      ASSAGO. Es un detalle que poca gente conoce, pero realmente la Final a Cuatro 2014 no se disputa en Milán, sino en Assago, localidad lombarda al sur de la capital. Allí está el Mediolanum Forum, un pabellón en el que he estado en un par de ocasiones y que se halla lejos de ser el ideal para una cita de esta magnitud. No os preocupéis los que viajáis a la Final Four porque hay una parada de metro (o tren) que te deja al ladito.

B.      BABY SHAQ. Menudo angelito, ¿eh? Schortsanitis. Tan cierto es que puede ser el actor más determinante de Europa como que al final termina jugando 10 minutos contados en los partidos. Él mismo ha reconocido que es la primera vez que acepta firmar una cláusula anti obesidad en su contrato. De momento no la ha incumplido, aunque a veces da la sensación de bordear el límite. Mola mucho que este tipo esté en la cita más chula del basket europeo.

C.     CHACHISMO. Su barba, su forma de jugar, su personaje, su interminable talento han provocado el desarrollo de una corriente seguida por miles de aficionados con buen gusto. Su equipo necesita su mejor versión para lograr la Copa de Europa. ¿MVP? Sin discusión, uno de los máximos favoritos al galardón individual.

D.      DUOMO. Milán no es, ni de lejos, la ciudad más hermosa de Italia. Pero ofrece al mundo un lugar mágico, la Piazza del Duomo, con una de las catedrales más bonitas de Europa. La Euroliga ha acertado de lleno al conseguir que la gala previa al torneo se celebré allí y al aire libre. Una pasada. Una excelente forma de vender este maravilloso deporte.

E.       ESTADÍSTICAS. Me gustan, aunque no soy un obseso de ellas. Sobre todo valoro el enorme esfuerzo de la gente que emplea mucho tiempo en ofrecérselas a los demás. Todas ellas apuntan a un Real Madrid ultrafavorito para levantar la novena Copa de Europa. Los merengues llegan con el mejor registro de victorias y dominando casi todos los departamentos del juego. Tírenlas a la papelera. Ya no valen para nada. Kilómetro 0 del camino hacia la gloria para 4 grandes equipos.

F.       FINAL FOUR. Qué gran evento. Qué grandes recuerdos de partidos europeos que entraron en la historia de este deporte. Memorables actuaciones individuales de jugadores inolvidables. Ambientes espectaculares en las gradas. Sorpresas. Decepciones. Nervios. Gritos. Celebraciones. ¡Viva el basket!
 

G.     GANAR. Y ganar, y ganar, y volver a ganar. La receta de Luis Aragonés vale para la Euroliga. Y más cuando en Milán se presentan 4 trasatlánticos del baloncesto continental, 4 instituciones respaldadas por muchos seguidores y por sendos escudos con mucha historia. CSKA, Maccabi, Barcelona y Real Madrid. Casi nada al aparato. Entre todos suman ¡21 Copas de Europa! Etiqueta ganadora.

H.     HICKMAN. Llegó al Maccabi sin hacer ruido, con el sello de estrella escondido en el guardarropa, pero se ha consolidado como uno de los actores principales del excelente proyecto de David Blatt. A medias entre un base y un escolta, ejerce de desatascador en los momentos clave. Anota de 3, pero también penetra con valentía a pesar de su escasa estatura. ¿Uno de los tapados de la Final Four?

I.        ÍDOLO DEL MADRIDISMO. Él es Sergio Llull, el hombre que ejecutó a un gran Barça en el último aliento de la última final. Juega más minutos que nunca, juega mejor que nunca. Y es un ganador. Ojo con él, que jugará en Assago con sangre inyectada en los ojos. Pieza básica en este Madrid de Pablo Laso.

J.        JAMÓN IBÉRICO. Con un balón de basket de por medio me gusta la mortadela, la lechuga, los guisantes, el gallo y hasta la leche desnatada. Pero lo que vamos a vivir en Milán del 16 al 18 de mayo es jamón ibérico. No hay nada mejor, de verdad. Equipazos, jugadorazos, ambientazo. Toneladas de emociones. ¡Qué empiece ya el show, por favor!

K.      KOSTAS. Papanikolaou. Estoy enamorado de este jugador, lo que es perfectamente compatible con afirmar que su temporada está siendo muy discreta. Pero es un tipo de grandes citas. Su superávit de raza le convirtió en pieza básica en los 2 títulos de Olympiacos. El pasado sábado en el Palau ya asomó su mejor versión. Tiene señalada la semifinal del viernes en su calendario. Ojito con él.

L.       LAMONICA. El árbitro más narcisista de la historia del baloncesto no estará presente en la Final Four de su propio país. No ha sido elegido entre los 8 mejores de la cita. Extraña mucho, desde luego. Pero honestamente no creo que nadie lo eche de menos.

M.    MESSINA. Otra Final Four para Ettore, que, caprichos del destino, se podría cruzar con el Real Madrid en la finalísima. El siciliano no ha olvidado los abucheos e insultos que recibió hace algunas semanas en el Palacio de los Deportes. Le dolieron porque considera que no los merece. Favorito como el que más para campeonar con su CSKA. Y además será su última gran función antes de un año sabático... o del salto como primer coach a la NBA.

N.     NAVARRO. No está. Mal físicamente y peor en los porcentajes de tiros de campo. No hemos visto en todo el curso a ese extraterrestre decisivo, a esa bestia imparable. Su final de Copa en Málaga fue horrenda, la peor función que se le recuerda en una cita de ese calado. Pero es Juan Carlos Navarro, de lo mejor que hemos visto sobre una cancha de baloncesto. Puede aparecer. Merece aparecer.
 

O.     O2. El escenario de la última F4, en Londres. También comienza por "O" Olympiacos, bicampeón al que extrañaremos en Milán. En 2013 Madrid y Barça nos ofrecieron una semifinal muy emocionante. En 2013 Olympiacos le remontó 17 puntos a los blancos para que Spanoulis alzara el entorchado al cielo británico. ¡Ohhhhh!

P.      PASIÓN. Traducción al castellano de "Devotion", el lema de la Euroliga. Pasión. Una palabra que enseña tantas cosas en el baloncesto... y en la vida. No prescindáis jamás de esta gran compañía.

Q.     QUIÉN. Teodosic, Khryapa, Huertas, Tomic, Mirotic, Darden, Devin Smith, Rice... ¿Quién será el factor diferencial de esta Final Four? Muchos artistas. Algunos de ellos secundarios, pero seguro que alguno de ellos termina por portar la llave de la gloria.

R.      RUDY. Su mejor campaña con la camiseta del Madrid. Tira del carro. Viene de ser descalificado en el Palau, una muesca más para sus detractores. Lleva toda la semana rumiando una venganza que sólo conseguirá si canaliza positivamente su carácter. Pero no debéis olvidar una máxima que el baloncesto siempre se encarga de recordar: los buenos siempre aparecen.

S.       SLAUGHTER. Soy de los que piensan que su actividad defensiva puede voltear la tendencia de un partido. Pero seamos serios, que también empieza por "S". Aquí lo impactante puede ser su celebración en caso de ganar la Copa de Europa. Masacre sería imparable. Lo de Munich se quedaría en un juego de niños. Es capaz de disfrazarse de piloto y conducir el avión de vuelta.

T.       TALIBANES. Los que aparecerán si el Madrid se estrella el viernes, o incluso si vuelve a perder otra final. Estarán esperando a Pablo Laso detrás de la puerta con una catana para rebanarle el pescuezo. Esto funciona así. Para mí ese equipo está dejando un legado inmaterial que es una bendición para los amantes del baloncesto. Ocurra lo que ocurra en Milán. Escrito está. Pero por si acaso prefiero repetirlo antes de.

U.     UNBELIEVEABLE. Sé que es una soberana gilipollez, pero llevo 10 horas pensando una palabra que me convenza y no hay manera. Hala, ya lo he soltado.
 

V.      VALIOSO. Buscamos un MVP. Buscamos un digno sucesor de Spanoulis. Buscamos un jugón. Buscamos a una estrella. Buscamos al jugador más valioso de la F4. No sé quién será...pero sí sé que será bueno como la madre que lo parió.

W.   WEEMS. Qué pedazo de jugador, por Dios. La única razón para que no esté anotando en la NBA es la ingente cantidad de rublos que cobra en Moscú. Si un partido del CSKA llega igualado, no dudéis que este bicho se la jugará... y probablemente la meterá. Elegantísimo, por momentos parece que flota sobre el parqué. Un lujo para la Final Four.

X.      XAVI PASCUAL. Siempre termina armando una escuadra competitiva. Y siempre exhibe la mejor pizarra para ponerle en muchas dificultades a un Real Madrid a priori superior. Mis compañeros de Barcelona me cuentan que tiene un carácter raro, pero quizás ese caracter le haya servido para aguantar la exigencia del Barça a pesar de llegar al banquillo como temporero. Lleva ya 6 años... y muchos éxitos en la mochila.

Y.      YEISI. Así lo llama siempre Pablo Lolaso, la parodia del técnico vitoriano en Twitter. Yeisi es amor, afirma divertido. Llega muy justo a Italia, pero es tan bueno que puede desatascar un partido. Laso valora mucho su esfuerzo por recuperarse para este tramo decisivo del curso, pero sinceramente me extrañaría que jugara muchos minutos en el Mediolanum Forum. Veremos.

Z.       ZARAGOZA. Año 1995. Última Copa de Europa conquistada por el Real Madrid. 2 décadas atrás quedan los Sabonis, Arlauckas, Cargol, Isma Santos, García Coll, Antúnez, Biriukov y compañía. Y Obradovic. Los hinchas merengues llevan meses reservando vuelos y hotel con la convicción de que 2014 es el año señalado para romper la larguísima sequía. No será fácil. Ni para ellos, ni para el Barça, ni para el CSKA, ni para el Maccabi. Pero pase lo que pase, los aficionados a la pelota grande disfrutaremos de otra Final a Cuatro inolvidable. ¡Gozadla!

viernes, 2 de mayo de 2014

EL SHOW DE MASACRE



     Un día cualquiera, ni hace mucho ni poco, andaba éste que les escribe peleándose sin compasión con un parquímetro, sin compasión de él hacia mí, por supuesto. En esto que escucho una música cercana e inmediatamente después el sonido atronador del claxon de un coche. Levanto la cabeza y diviso a un bicharraco de más 2 metros, con gafas de sol y vehículo deportivo de alta gama, agitar los brazos mientras luce, como siempre, una gigantesca sonrisa. Un tío feliz, un tipo que detiene su coche en medio de la calzada justo antes de jugar un partido sólo porque le apetecía saludar a un conocido. Era Marcus Slaughter, un muchacho sencillamente cojonudo. Como este es un blog personal y no me caracterizo por la diplomacia, la definición que merece Marcus es la de un tío de puta madre.

     No conozco mucho a "Masacre", traducción literal al castellano de su apellido. Tengo por costumbre no dar mucho la brasa a los deportistas, entre otras cosas porque supongo que no les apetecerá. Las relaciones de cariño que han surgido han llegado siguiendo la siempre recomendable senda de la naturalidad. Con Marcus he coincidido en algunos viajes y nos hemos reído juntos en algunas entrevistas hechas dentro del vestuario del Real Madrid. Él sabe que le va a caer alguna pregunta en castellano, y por eso se pone en guardia, siempre con esa sonrisota contagiosa, siempre con ganas de compartir su felicidad. Los que hemos tenido la suerte de tratar con algunos deportistas de élite sabemos que existe mucha diversidad de caracteres y personalidades. Como la vida misma, vamos. Y si extendemos esta teoría a los jugadores americanos de baloncesto podemos usar el signo de multiplicación por 100. Algunos son auténticos marcianos.  
 
 
 
 

     No es el caso de Marcus Slaughter. Da gusto encontrarse con gente así por la vida. Jamás una mala palabra, jamás una mala cara. No es casualidad que sea una persona adorada por sus compañeros y por los empleados de la sección de baloncesto del Real Madrid. Su peso en el vestuario es grande y, más allá de su rendimiento deportivo (excelente defensor y espectacular en ataque), "Masacre" alimenta cada día la inercia ganadora de un grupo que por momentos parece imparable. El aporta toneladas de química, tened muy claro que eso siempre es decisivo (para bien) en el deporte de élite. Un motivo más para que la renovación de su contrato esté muy cocinada. Algo que hará muy feliz a su padre, un hombre tan o más simpático que su hijo. Detrás de esa sonrisa permanente y de unos labios inteligentes para saborear el buen vino, el papá de Marcus es un actor muy comprometido con la lucha contra el racismo (libro incluido). Un padre que sacó a su hijo del abismo cuando asesinaron de un disparo en el corazón a su hermano Jemall.

    
     No es un norteamericano al uso. Marcus es un negro que huye del hip-hop y prefiere abrazarse a la suave melodía de una guitarra, o incluso al rock. Sólo un rockero coge el petate, engancha un vuelo a Alemania y se convierte en el rey de Baviera en la fiesta de celebración del equipo de fútbol. Idolatra a Cristiano, pero con los que conecta de verdad son con Pepe y Ramos, que tiene celos de Slaughter por poder llevar un doble 4 a la espalda. No penséis en ningún momento que "Masacre" tiene afán de protagonismo. Él lo hace porque le sale así, porque es futbolero hasta la médula, y todavía más madridista que futbolero. Se siente un privilegiado por pertenecer al Real Madrid, juegue 1, 8, 15 o 30 minutos. Y quiere disfrutar del escudo y del club de los que está locamente enamorado. Jamás una mala cara. Así de sencillo, así de natural.
 
 
 

     Marcus Slaughter. El capo de las redes sociales, en las que transmite ese buenrollismo que lleva tatuado en el alma y en las que nos ofrece reflexiones futbolísticas más brillantes que las de cualquier analista. El contorsionista que exhibe su salto imposible antes de cada función. El hombre que cada día degusta un par de sabrosos bollos artesanos en una pastelería cercana al Valle de las Cañas. El tío que celebra irse concentrado con el equipo porque asegura que lo que encuentra en Valdebebas no existe ni en la mejor franquicia de la NBA. Nada más llegar al club se compró la camiseta de Kaká. Los que le visitan en su casa, como Draper, íntimos amigos, dicen que es imposible encontrar armarios más ordenados. Ordenado con su ropa y con su vida, ya que detrás de esa interminable energía sólo se esconden litros y litros de zumo de piña.

     Marcus Slaughter es el nuevo ídolo del madridismo, que reconoce su implicación con la causa con ovaciones tan especiales como la que recibió al salir a la cancha en el Real Madrid - Joventut. El show de "Masacre" continúa. Es imparable. Porque es un tío feliz. Y necesita compartir su alegría, regalar su show a todos los que quieren disfrutar con él. Es el presente que cada día quiere ofrecer a su añorado hermano Jemall.