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martes, 12 de marzo de 2013

1000 OBSTÁCULOS PARA UN SOÑADOR


     El deporte siempre reserva un hueco para los románticos. En el baloncesto encontramos a uno a 3000 kilómetros de España, allá donde el baloncesto es una religión, allí donde la historia de la cesta guarda un lugar privilegiado para el club Zalgiris. Joan Plaza disfruta en el este de Europa de otra aventura vital, una de esas aventuras que Joan narra cuando coge su ordenador para dar forma y contenido a sus novelas. Una aventura incluso demasiado compleja para un tipo tan soñador como nuestro entrenador. 

     Porque el "coach" Plaza está lidiando con 1000 obstáculos para poder ser moderadamente feliz en su periplo lituano. Ha logrado lo más difícil, darle estabilidad deportiva a un equipo que durante la última década ha engullido a todo entrenador que osaba sentarse en el banquillo verde. Líder en las dos competiciones domésticas, la nacional y la internacional (aquí el Zalgiris se cita con rivales como el CSKA de Moscú o el Khimki) y recorrido notable en la Copa de Europa, en la que tras una primera fase brillante parece que los lituanos no van a poder alcanzar los cuartos de final. Gran mérito el del entrenador español, que en las últimas semanas ha visto como su aventura se contaminaba de episodios surrealistas.



     Joan aún no ha cobrado ni un sólo euro (o lita, moneda oficial de Lituania) de su contrato. Nada. Su honestidad y su compromiso con el proyecto le llevaron a abrir su cuenta en el banco que patrocina al Zalgiris. Ahora esa entidad se ha declarado en bancarrota, por lo que nuestro entrenador tiene su dinero "bloqueado" a la espera de un "desatascador" que no se espera llegue a corto plazo. Algunos de sus jugadores fueron más listos y sacaron la "pasta" antes del cruel desenlace. El Zalgiris es un club endeudado que no es capaz de cumplir ni con las condiciones básicas del contrato de un técnico. Hace unos días Joan se quedó sin calefacción, sin luz y sin Internet en su hogar porque su club no había abonado las cantidades acordadas para cubrir esos servicios básicos. Una situación casi desesperada para un tipo al que ni siquiera le fue posible desahogarse con su familia y amigos a través de Skype. "A pesar de todo lo que está ocurriendo trato de disfrutar esta experiencia al máximo", confesaba hace unos días en la Cope.

     Un escenario terriblemente injusto para un hombre que se ha dejado el alma para consolidar su adaptación al Zalgiris y a la vida en Lituania. "Al principio pensaba que no duraría aquí ni dos meses". Se acostumbró a descorrer cada mañana la cortina y no ver el sol, a abrigarse hasta el alma antes de salir de casa, a echar de menos su España querida hasta el punto de emocionarse al comprar un diario "El País" en Moscú o encontrar aceite español a miles de kilómetros de la piel de toro. Cuando había conseguido interiorizar Kaunas como parte de su corazón, se ha topado con un sinsentido institucional que ya no le permite pedirle a sus muchachos que lo dejen todo por la sagrada camiseta verde. 

     Joan Plaza. Un tipo que hace de la sensibilidad una bandera. Un hombre capaz de fotografiar la baldosa que pisaba en el momento en el que el Real Madrid le llamó para ofrecerle el cargo de entrenador. Allí, de vacaciones en Escocia, se tomó junto a su mujer el primer whisky de su vida para celebrar su salto a esa élite que todavía le acoge. Un tío que se levanta de madrugada para anotar en un folio una idea o un concepto nuevo de su pizarra baloncestística. Un señor de los pies a la cabeza que cuando abandonó el Madrid citó a los periodistas más cercanos para compartir vinos, tapas y emociones. Su novela "Las mantas de Angelina" ha sido recientemente publicada en lituano, un idioma "imposible" con el que a Joan le cuesta familiarizarse. Cuando estuve allí aprendí una palabra que sirve para bendecir la llegada de un soñador al baloncesto de primer nivel. ACÍU (Gracias). 

lunes, 4 de marzo de 2013

EL FACTOR ANTE

     Hace 2 ó 3 años, en algún avión rumbo a alguna ciudad europea para contar por la radio algún partido del Real Madrid en la Euroliga, me levanté para ir al servicio (sí, esos baños diminutos de los aviones en los que mantener el equilibrio, no dar con la cabeza en el techo y apuntar bien es una quimera) y vi a un tipo de 2.17 “descojonándose” de risa viendo su iPad. Alcé la cabeza para mirar de reojo qué hecho podía producir tal nivel de desternille en el tranquilo tipo croata y comprobé que se trataba de una de esas pelis chulas repletas de violencia, mamporros, leches y tiros por doquier que de vez en cuando nos gusta ver a todos los tíos. Un miembro del equipo (lo mantendremos en el anonimato) me miró con un gesto que delató que los dos estábamos pensando exactamente lo mismo. “Qué jugador sería Ante Tomic si pusiera esa energía sobre el parqué…”
     A Ante Tomic se le cae el talento de los bolsillos. Lo está demostrando esta temporada con la camiseta del Barcelona, para el que está siendo un “center” capital y decisivo. ¿El mejor jugador del Barça en lo que va de campaña? Seguramente, sí. Y no sólo hablo de la valoración (Boza Maljkovic nos enseñó a todos que las estadísticas son como la ropa interior, que esconden lo verdaderamente bueno), sino también de peso, de trascendencia en y para su equipo. Joan Creus acertó con su fichaje y Tomic, más allá del morbo que suscita cualquier trasvase Madrid-Barcelona, también. Acertó de pleno. Es importante, se siente importante y ha celebrado el primer título importante del curso baloncestístico 2012/13.


     Tomic no triunfo en el Real Madrid, o al menos no como los madridistas esperaban a tenor de sus condiciones para jugar al baloncesto. Ni el hincha merengue que se sienta más “traicionado” por el pívot croata puede negar la inmensa calidad que atesora el jugador, un gigante de 217 centímetros que baila en la pintura como Fred Astaire. Casi indefendible en el uno para uno, como demostró en la reciente Copa del Rey cuando los jugadores del Madrid no se esforzaron en las ayudas. El aficionado que acudía al Palacio le reprochaba su aparente apatía, su blandura, su carácter apagado, su fobia a machacar la cesta del rival. A Ante la vida le dotó con un talento descomunal, maravilloso, intransferible, envidiable. Pero también nació con un punto de lo que en España llamamos “pachorra”. Me consta que en el Real Madrid trabajaron mucho con él (y con su mente) para sacarle esa mala leche balcánica que muchos balcánicos, sobre todo la última generación de croatas, ya no demuestran en una cancha de basket. Tuve el privilegio de hacerle a Ante Tomic su primera entrevista en castellano. Me costó mucho convencerle porque su inseguridad y timidez las trasladaba al idioma, pero al final accedió siempre y cuando el Jefe de Prensa estuviera a su lado. Recuerdo con nitidez la respuesta que me ofreció cuando le pregunté por su mayor defecto. “Lazy” (vago), dijo sin dudas con la mirada que tienen los niños cuando saben que deben corregir algo que no está del todo bien.
     7 meses después del fichaje con mayor impacto de los últimos años podemos afirmar con rotundidad que el Real Madrid no ha mejorado su juego interior sin Ante Tomic. 7 meses después podemos escribir con la misma seguridad que el Barcelona lo ha mejorado de manera notable con la llegada del “5” croata. Muchos madridistas se siguen preguntando por qué entonces Juan Carlos Sánchez y Pablo Laso prescindieron de él. Era una relación agotada. Como cuando un amigo ve que un muchacho guapo se complementa a la perfección con una chica guapa, que hacen buena pareja, que los demás les miran por la calle porque están destinados a hacerse felices, pero sin embargo después de varios años juntos se conocen tan bien que ambos saben que la relación está abocada al fracaso. Visto con la perspectiva que ofrecen los meses y los partidos, la no renovación fue lo mejor para el Madrid, por supuesto para el Barcelona (que disfruta del incomparable factor Ante) y, sobre todo, para el formidable jugador croata. Y para ti, fanático del Supermanager que apostaste por él, también. ¡Cómo suma el tío!