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martes, 16 de julio de 2013

LA GRAN CHORIZADA


     Son las 2.17 de la madrugada. Habitualmente me acuesto tarde, pero no tanto. De hecho, hace 5 minutos estaba ya en la cama tumbado tratando de entrar en esa dulce terapia que es “soñar con cosas bonitas”.  Pero desoyendo los consejos de mi novia, me he levantado, he encendido el ordenador y me he puesto a escribir. Lo hago como ciudadano, no como periodista. Qué suerte contar con este blog para hacerlo. Qué suerte tenerte a ti, querido lector, ahí detrás para poder compartir los sentimientos de un tipo extremadamente cabreado, yo.

     El otro día, en una tertulia de sobremesa, un compañero me dijo que en la práctica España ya no dista nada de lo que habitualmente llamamos “repúblicas bananeras”. La reflexión de mi compañero se acerca mucho a la realidad. Nos engañan, nos estafan, nos roban, nos mean, se ríen de nosotros, nos joden la vida. Hasta el punto de que un gran número de ciudadanos, muchos más de lo que sería natural, asumen con toneladas de resignación que muchos políticos de este país se abrazan a la corrupción. Hace un rato una mujer veterana con valores, orgullo, valentía y bondad me ha llegado a decir que lo que más le indigna es que ni siquiera Rajoy dé la cara aunque sea para mentir. Ojo a este comentario, para mí desde luego no es baladí. Lo que le asusta de verdad a esta señora no es que le “roben”, sino que el Gobierno no gestione bien la crisis y llegue la revolución a las calles.

     Mi país navega en la zozobra entre sobres, recibís, “pelotazos” subvencionados en el Congreso, incomprensibles dietas por alojamiento, “golfos”, mentirosos y “chorizos”. Gobierna un tipo que ha incumplido la inmensa mayoría de sus promesas electorales  y que pertenece a un partido que ha mantenido un idilio continuado con la corrupción y el tráfico de influencias. Como cabeza visible de la oposición una formación que quiso utilizar dinero público para contratar a abogados para su defensa en el vomitivo caso de los ERE en Andalucía. Superávit de políticos incapaces de ir más allá del “y tú más” y del “caca, culo, pedo, pis”. Sirva como ejemplo simbólico a modo de viñeta de humor que personajes como Pepe Blanco o Cristóbal Montoro, sin formación, sin oratoria, sin nada, gozarán de un sueldo vitalicio del Estado por el disparate de haber sido nombrados ministros. Haceros una pregunta: ¿Quién ganaría ahora unas hipotéticas elecciones? Sí, este bipartidismo es una lacra insoportable… e irremediable.
 
 
     Y en el fondo de esta agresión social se encuentra el ciudadano: tú, yo, nosotros. Sin más elección que un voto en blanco (un votante en blanco como yo se plantea ya seriamente si merece la pena ir apoyar una democracia falsa) o la apuesta por un partido político minoritario con la sospecha (¿o certeza?) lícita de que hará lo mismo en el caso de que algún día llegue a ostentar algún tipo de poder. Mientras políticos, empresarios, constructores top y bancos disfrutan de esa riqueza ilegal, ilícita e inmoral, los “pringaos” asistimos a recortes del recorte y a la aparición de toda la mierda en una superficie en la que ya no cabe más porquería. Mientras tanto cientos de miles de hogares españoles no ingresan ni un solo euro, algo que a un ser humano con bocas que alimentar le acabará llevando a cualquier acción que yo seré incapaz de reprochar.

     Insisto, escribo estas líneas como ciudadano. Aunque me permito la licencia de gritar y patalear con la impotencia que me provoca ver que también los periodistas son comprados, algunos con sobres, otros con palabras y unos cuantos con esa lacra llamada autocensura. Portadas e informaciones intoxicadas de intereses, personajes televisivos que defienden a “su equipo” por encima de la verdad y de cualquier resquicio para la honestidad. Sé que no he aportado casi nada con este artículo, pero me estrangulaba la necesidad de desahogarme. Me voy a la cama. Estoy rabioso. Mañana será otro día… otro día para seguir asistiendo a la gran “chorizada” en la que algunos han convertido España.

               
                           

miércoles, 10 de julio de 2013

LAS RAZONES DE MIROTIC

      Habitualmente utilizo este blog para opinar, para sacar lo que llevo dentro, para compartir con todos vosotros inquietudes, sensaciones y alguna que otra certeza. Estas líneas van a ser una excepción. Mi deseo es que no estén sazonadas con ninguna dosis de opinión, o al menos que los hechos (carne) se impongan a las opiniones (salsa). Quizás hoy recurro a mi blog para explicar el “caso Mirotic” sólo porque el lugar en el que trabajo ya ni siquiera acoge espacios de deportes en los que poder compartir este tipo de historias.

      Mirotic ha rechazado la invitación para estar con España en el Europeo de Eslovenia. Su decisión estaba tomada desde hace algún tiempo. La realidad es que él se siente “traicionado”, o si queremos rechazar un adjetivo tan severo, considera que es un “segundo plato”. Quienes conocen a “Muñequita de seda” saben que es un deportista comprometido con su profesión y, sobre todo, un tipo comprometido con sus valores. Una frase que puede sonar hueca hasta que se traduce en decenas de ejemplos cotidianos. Mirotic anhela ser el mejor, llegar a lo más alto, y para eso se va en verano a las montañas de Montenegro para aislarse y “matarse” a entrenar con su técnico de toda la vida. O le pide al utillero del Real Madrid las llaves del pabellón del Valle de las Cañas después del primer partido de la final ACB para, con nocturnidad, lanzar a canasta durante dos horas. O se mantiene fiel a los amigos que le han ayudado en España desde que era un imberbe. Tiene compromiso con el baloncesto y con la vida, eso es innegociable.

     Pero Mirotic, como buen balcánico, es muy orgulloso. Mucho. El orgullo lleva al ser humano a equivocarse muchas veces, pero también a abrazar la etiqueta de ganador para intentar siempre llegar a la cima de la montaña más alta. El montenegrino-español sueña despierto cada día con ser el número 1, con seguir mejorando, con alcanzar el tope de su potencial, que muchos no sabemos cuán lejos puede estar. ¿Es eso ser un ganador? Yo creo que sí. Su principal reto no es defender la camiseta de un país en un gran evento, sino triunfar a lo grande con un club al que ama con pasión de aficionado, el Real Madrid.

    
     Él estaba preparado e ilusionado con participar con España en los Juegos Olímpicos de Londres. Absorbió la seguridad que le transmitió durante meses la Federación de que contaban con él para esa cita. Tenía decidido elegir la camiseta de la Selección Española, cerrar el debate, arrancar su camino como internacional en el verano de 2012. Pero la irrupción de Ibaka y, sobre todo, la imposibilidad de contar con ambos por mor de las leyes, propició el descarte del jugador del Real Madrid. Aquí aparece el orgullo… y la rabia. No quiere ser “segundo plato”, no le agrada que “este año sí porque Ibaka anda tocado y el año que viene en el Mundial 2014, no”, no soporta ser tenido en cuenta sólo cuando las bajas asolan al combinado nacional. Orgullo. Convicciones. Decisiones. Ni siquiera es una cuestión de elegir entre España y Montenegro, una escuadra que, por cierto, muchas veces es tratada como una ruina y para mí es (y será) un equipazo, sobre todo por dentro. Mirotic tenía (y tiene) clara su renuncia al equipo balcánico porque su deseo, más allá de patrias e himnos, era (y creo que sigue siendo) competir con España. Su dedicación en las inferiores siempre ha sido máxima, incluso arriesgando su tobillo en algún campeonato en contra de la opinión de su club. Pero tiene el sentimiento de que la Federación no ha apostado por él, que no ha sido fiel con los mensajes que durante meses le transmitieron. Esa es la clave, el núcleo de una decisión muy trascendente.

     Estas son las razones de Mirotic. Más allá de opiniones, iniciativas populares de hinchas en las redes sociales, filias y fobias, filtraciones y presiones, que las ha habido y muchas durante los últimos días, incluso de despacho top federativo a despacho top de club. Nikola Mirotic está por encima de eso. Volvemos al orgullo. Su decisión estaba tomada y nadie la iba a cambiar. Por eso le ha dicho “no” a la Federación Española de Baloncesto.    
               

                

viernes, 5 de julio de 2013

APUESTA LIGHT POR PABLO LASO


      El Real Madrid no ha renovado a Pablo Laso, al que sólo le resta una temporada de contrato. Ni piensa renovarlo, al menos de momento.  El club esgrime “motivos económicos” para no abordar de inmediato la continuidad de un entrenador que no goza precisamente de un sueldo top. El Madrid se aferra al famoso “ajuste” presupuestario de la sección de baloncesto para no ampliar la vinculación del técnico vitoriano, un argumento que desde fuera se antoja peregrino. ¿Es light, sin cafeína y sin burbujas la apuesta del Real Madrid por Laso?

      Pablo Laso anda con la mosca detrás de la oreja. Sabe cómo funciona este negocio y que afrontar la temporada sin red contractual puede llegar a convertirse en un suplicio. Siente que merece un refuerzo del club para consolidar su posición como entrenador del Real Madrid. En 2 años ha ganado 2 títulos grandes y una Supercopa. Además, ha llevado a su equipo a una final de la Copa de Europa, algo que no había acontecido desde 1995. De hecho, desde ese año, el palmarés de la sección de baloncesto, antes de la llegada de Laso, se reduce a 3 Ligas y 1 Copa ULEB. Una cosecha ridícula en casi dos décadas de baloncesto. El dato demoledor e incontestable es que Pablo Laso ha conquistado en 2 cursos los mismos títulos que Florentino Pérez en 10 años: Tres. Algunos olvidan siempre que el Madrid de basket posee una historia tan incomparable como lamentable es su pasado más reciente.

     La gente que sigue al Real Madrid de baloncesto ha comido mucha “mierda” durante mucho tiempo. Por momentos se ha desesperado con una sección que bordeaba el ridículo y que era incapaz de competir ni siquiera en el segundo o tercer escalón continental. Considero que muchos de los aficionados al baloncesto merengue tienen un punto más de conocimiento del juego que los “futboleros”. Acuden al pabellón, como todos, para ver ganar a su equipo, pero agradecen ese componente de diversión, de ocio, de alegría que uno busca cuando ve un partido de baloncesto. Por eso la infinita mayoría de ellos están encantados con Pablo Laso, un entrenador que ha logrado hacer real esa máxima cada vez más quimérica en el deporte moderno: GANAR Y ENAMORAR. 
 
  

      Laso llegó al Madrid en medio de un terremoto. El hincha estaba asqueado tras el “gatillazo” de la era Messina y casi nadie contemplaba como una opción sería la irrupción de un entrenador con escasa experiencia y con un perfil demasiado bajo. El vitoriano y su cuerpo técnico navegaban desde el principio en medio de un océano con una piragua rodeada de tiburones. El Madrid había devorado incluso a uno de los mejores, así que Laso se antojaba como un simple aperitivo para la sabuesa crítica. Desde la normalidad y una apuesta convencida por el buen basket Pablo Laso fue calando en la parroquia madridista. Su Real Madrid ha ganado finales, ha perdido finales y también ha caído en cuartos de final. Pero Laso ha ganado más títulos que cualquier otro y ha sido capaz de llevar al Palacio a miles de hinchas que disfrutan con la propuesta y el juego del Real Madrid.

      El proyecto “Pablo Laso” no es conservador. Ha tomado decisiones antipopulares como prescindir de Tomic o fichar a Slaughter, un jugador capital esta temporada y que seguramente no tendría un papel estelar en ningún equipo de Europa. Es mérito de este cuerpo técnico encajar ese tipo de piezas en su puzle alegre y colorista. Como la apuesta de Laso por Mirza Begic, cuya renovación es una prioridad y no se va a ejecutar por 200.000 euros que la Dirección ha dicho que no se ponen. Otro ejemplo evidente de que la apuesta por el entrenador no es incondicional. La libreta de Juan Carlos Sánchez no tiene escritas las palabras “Pablo Laso” con letras grandes. Todo lo contrario que Alberto Herreros, desde siempre el gran valedor del trabajo del técnico.

      Laso se la juega esta temporada. Depende más que nunca de los resultados. No tiene colchón, no hay red debajo. Tampoco hay dinero. La sección reduce en más de 2 millones su presupuesto invadida por las rémoras del papá fútbol , y se queda a 10 “kilos” de diferencia con el Barcelona. Él cree que merece algo más, mi opinión es que tiene razón. Gana mucho menos dinero que cualquier entrenador importante en Europa y ha ganado muchos más títulos que cualquier entrenador en el Madrid. Y ojo, este verano se ha quedado a pesar de recibir ofertas importantes de Turquía y Rusia. Creedme que su salida unilateral del club merengue le costaría poco más que unas monedas sueltas para pagar unas “cañas”. Pablo Laso ha hecho feliz a una gente ganadora a la que se le había olvidado ganar. Por eso la apuesta del club por él se antoja demasiado “light”.